
Rin-rines y Rin-rinas renacuajxs: queremos decirles que el aristocrático apellido del gran poeta y narrador de los más lindos cuentos infantiles de todos los tiempos, Don Rafael Pombo (al igual que el del célebre descubridor genovés, Don Cristóbal) significa también “paloma”, o más bien “PALOMO”, pero no en latín sino en portugués. Esto se le ha escapado de las manos al mejor cazador (aunque sea solo cazador de la más nimia antroponimia), pero seguramente no se le escapaba al políglota y gran amigo suyo, Don Rufino José Cuervo, quien junto a su hermano Ángel, cruzaron varias cartas con él mientras se encontraban viajando por Europa (cartas que Pombo dirigía a “Ángel y Rufino ‘Cuervos’”; así, con el apellido de los hermanos en plural!, lo cual a Rufino José no le producía mucha gracia, pues el célebre filólogo y lexicógrafo sostenía desde sus ‘Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano’, que los apellidos solo deben recibir la inflexión plural cuando su estructura lo permitiese y lo consideraba un “capricho individual” de su amigo, Secretario perpetuo de la Academia Colombiana de la Lengua). Aquí, no obstante, nos desviamos: queríamos solo compartir un poema de Rafael Pombo, en adelante, alias ‘el palomo’, titulado precisamente “La paloma”. Pues, de las cartas del ‘palomo’ Pombo a los Hnos. Cuervos, hablaremos con seguridad en otro momento. Con ustedes, Rafael Pombo: “La Paloma” (tomado de ‘Fabulas y verdades’, 1916, p. 82).